lunes, 25 de noviembre de 2013

EL TRABAJO II


                                                                                    

                                                                                                       




              EL TRABAJO II



La vida común consiste en trabajar para el sustento personal y para la satisfacción de los deseos bajo cierto control moral y mental, a veces, con un toque de ideales mentales. El esfuerzo en el yoga consiste en ofrecer el propio trabajo como sacrificio (sacro-oficio) a lo Divino, la conquista del deseo, la acción altruista y desprovista de apetencias personales, o sea, el anhelo y la devoción por lo Divino, un entrar en la conciencia cósmica, el sentido de unidad con todas las criaturas, la unión con lo Divino.

Este Yoga (proceso) incluye el descenso de la Luz y la Fuerza supramental y la transformación de la naturaleza.


Este acto de ofrenda no depende del tipo de trabajo que se realice sino del espíritu con el cual se hace el trabajo, cualquiera que sea éste. Todo trabajo bien y cuidadosamente realizado como sacrificio a lo Divino, sin deseo ni egoísmo, con mente equitativa y serenidad ante la buena o mala fortuna, o en nombre de lo Divino y no de cualquier tipo de ganancia personal, recompensa o resultado para el propio provecho, con la conciencia de que todo trabajo pertenece al Poder Divino, es un medio de autoofrenda a través del Alma.

Incluso el trabajo más físico y mecánico no puede ser hecho adecuadamente si aceptamos la incapacidad, la inercia y la pasividad. El remedio no consiste en limitarse a una labor mecánica, sino en rechazar la incapacidad, la pasividad y la inercia, y abrirse a la fuerza de la Madre (poder creador manifestado). Hay que arrojar fuera de uno, además, toda ambición, vanidad y arrogancia. No se libera uno de estas cosas esperando que desaparezcan por sí mismas. Si lo que se opone a la perfecta realización de nuestro trabajo es la incapacidad real y una debilidad general del cuerpo y el espíritu, entonces, también, el abrirnos cada vez más a la fuerza de la Madre nos irá proporcionando mayor fuerza y capacidad creciente, como para que nuestra labor pueda desarrollarse. 

Aquellos que consagran su trabajo a la Madre, (lo divino)  y lo hacen con absoluta sinceridad, están preparados por el trabajo mismo para tener la conciencia recta incluso sin necesidad de sentarse a meditar o seguir alguna práctica especial de Yoga. No es preciso que se nos enseñe a meditar; todo cuanto sea necesario ocurrirá por sí mismo en nuestro trabajo y siempre que seamos sinceros y nos mantengamos abiertos a la Madre.

Al hablar de trabajo u obras, no me refiero a la filantropía o servicio a la humanidad o todas las otras cosas -morales o idealistas- que en la mente del hombre sustituyen la profunda verdad de los trabajos.

Por trabajo quiero significar la acción realizada en nombre de lo Divino y en unión cada vez más estrecha con lo Divino, únicamente y en forma absoluta. Esto no es fácil al principio, como tampoco es fácil la meditación profunda y el conocimiento luminoso o, incluso, el verdadero amor y la verdadera devoción. En todo caso es necesario comenzar por un adecuado estado de ánimo u actitud, con el deseo noble y voluntad firme de llegar a la meta; TODO LO DEMÁS VENDRÁ POR AÑADIDURA.

Basado en las enseñanzas de Sri Aurobindo.


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