Si es difícil hablar de religión sin crear conflicto, rechazo o malestar, más difícil es hacerlo de la Cruz.
Y sin embargo poco se sabe de ella.
La Cruz símbolo por excelencia del planeta Tierra por ser la representación del "eje del mundo".
Se conoce de su existencia mucho antes del cristianismo. Representa la figura humana. Situada en el centro místico del cosmos (en el cristianismo se dice que es el puente o la escalera por la que las almas suben hacia Dios). La cruz establece la relación primaria entre los mundo terrestre y celeste por su palo vertical, pero también por su palo horizontal que corta esta linea y representa el "eje del mundo", es una perfecta conjunción de contrarios en la que casan el principio espiritual y vertical con el orden de la manifestación y de la tierra.
La Cruz símbolo por excelencia del planeta Tierra por ser la representación del "eje del mundo".
Se conoce de su existencia mucho antes del cristianismo. Representa la figura humana. Situada en el centro místico del cosmos (en el cristianismo se dice que es el puente o la escalera por la que las almas suben hacia Dios). La cruz establece la relación primaria entre los mundo terrestre y celeste por su palo vertical, pero también por su palo horizontal que corta esta linea y representa el "eje del mundo", es una perfecta conjunción de contrarios en la que casan el principio espiritual y vertical con el orden de la manifestación y de la tierra.
El tema es amplio de tratar pero cuantas veces hemos oído que el camino de la perfección pasa por la Cruz, y así es, ningún otro símbolo representa tan bien al ser humano en su destino.
En una sintética explicación, ante la grandeza que representa, podríamos verlo así:
El humano y su vida cotidiana son un círculo desde donde se dirigen hacia fuera, en forma de flechas, los intereses propios y colectivos; llámense trabajo, familia, preocupaciones y personalismos de todo tipo, siempre importante lo de "afuera", nadie es protagonista en este caso, solo víctima, todos, acontecimientos que como ondas atraviesan a la persona sin saberlo, es el ser disperso.
Llega un momento de cansancio donde el ser se mira hacía dentro, se pregunta por sus intereses ¿Quién soy yo? ¿Por qué actúo de esta manera? Necesita ser el sujeto de su vida, empieza a ser consciente de la masa de la que está compuesto, de las motivaciones que le manejan. Busca su centro.
En esta autoconciencia mental, podemos visualizar ahora el círculo dividido en dos mitades, superior o supraconsciente e inferior o subconsciente. El ser empieza a darse cuenta de que está hecho de intereses superiores, ideales, aspiraciones, belleza, bondad etc. Físicamente representado por la energía que desciende, por la aspiración continua hacia lo superior, pero también lleno de temores, miedos, bajos instintos; es la bajada a los mundos inferiores, a los infiernos donde la persona se encuentra con toda su historia como individuo y como especie.
En este incesante subir y bajar llega un momento en que el centro de la persona toma posesión de su vida y contempla desde aquí todo el movimiento, es la persona despierta, el despertar. Sabe entonces de donde viene (subconsciente) y a donde va (Supraconsciente), rompe los límites de su circulo personal y el ego empieza a apartarse y con los brazos abiertos hacia el infinito y con un corazón despierto en un consciente constante la Redención se completa y la Cruz aparece en todo su contenido de Liberación y Vida.
Pero este es un arduo trabajo, solo el inicio, cuyo glorioso fin es el estado Crístico. La libertad va apareciendo con la Luz del Supraconsciente. La resurrección se realiza ganando terreno al subconsciente.
Es fácil de entender que el principio CRÍSTICO, es lo "no nacido", por tanto no puede "morir". Es el principio cósmico, el hombre-cósmico, el hombre iluminado que vence al ego y se convierte en el CRISTO; solo la conciencia crística puede desembocar en EL con sus 7 niveles (chakras) recuperados y redimidos para la Divinidad: es el HIJO AMADO.
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