domingo, 14 de febrero de 2021

LA CULPA Y LA AUTOESTIMA

Nacemos al mundo con la disposición hacia unos códigos de vida determinados. Condicionados. Venimos programados. Estar condicionados es estar "dormidos". Estar atados a un sistema de control inconsciente, difícilmente rectificable y hay una predisposición a sentirse culpable. Miedos, fobias, depresiones etc., tienen su base en la culpa profunda anclada en el alma, en el A.D.N. (el árbol del bien y del mal) desde tiempos remotos. Ésta hunde sus raíces en nuestra propia creación-manifestación que lleva implícito el olvido del proyecto.

Por esta razón, nos presentamos situaciones durante el periodo de aprendizaje para poder reconocer la culpa, para verla. La vida la estamos creando para descubrir "quienes somos". 

Es la mente ejecutora, instrumento del ego, la gran condicionada, una mente pequeña llena de costumbres, rutinas e ideas preconcebidas que establece sus códigos en los primeros años de vida. Esta personalidad o forma particular de ser quiere seguir perpetuándose, pero llega un momento (porque somos parte de la naturaleza y en ella todo cambia) que la propia evolución empuja más y más. Si el nivel de consciencia es suficiente, ese cambio se producirá incluso en la estructura material, en el cuerpo.

La culpa suele ir acompañada por lo que podríamos llamar sus hermanas; la pena, la tristeza y el terrible victimismo, que agobia al corazón y causa dolor a su paso. 

Solo hay una razón para ello, un ego inmaduro y perdido, el pequeño y siempre herido protagonista egoico. Un sentimiento tan dañino como este solo puede servir a algo tan pasajero y eventual como al ego para sentirse a salvo, un siempre "tener razones para tener razón". La mente condicionada busca el control, el estatus y la posesión porque se siente separada de Todo. NECESITA DEMOSTRAR CANSADA Y CONSTANTEMENTE SU VALÍA, PUDIENDO LLEGAR A AGOTAR EL CUERPO  FÍSICO  Y  HACERLE  ENFERMAR.

Aquí cabría aquello de ¿qué es mejor "ser feliz o tener razón"? Si este ser supuestamente culpable calmara la mente alocada, se daría cuenta de que en su silencio se encuentra la sede de la verdad. "Vería" que todo cuanto le sucede está programado por un nivel o estado  superior de su mente, y es aquí donde se encuentra el plan, su Plan. Un nivel en el que la visión del mundo y sus acontecimientos se colocan por encima del egocentrismo de su pequeña vida y que es precisamente para contemplarse en esas situaciones carentes por lo que suceden. Para conocer su verdadera valía. AUTOCONOCERSE. 

Aquí comienza realmente el trabajo de "evolución consciente" pero será preciso una constante y silenciosa observación. Este trabajo irá naturalmente precedido por el deseo de superación de sí mismo que "emana" de la aspiración  a "Algo Más".

Los que no se conforman con las apariencias y la culpa, saben que los retos de la vida traen con ellos las fuerzas para superarlos y entrar así en el siguiente nivel  EVOLUTIVO.

Saber, que no creer, es desembocar en algo muy íntimo, algo más fuerte y profundo que late dentro y que está siempre presente (se sepa o no) y que como dijo Juan de la Cruz "Aunque es de noche" empuja y protege a la vez de toda adversidad pues motiva a tener una actitud diferente frente a los acontecimientos adversos estimulando la creatividad.

No estamos aquí para ser observadores pasivos y mucho menos víctimas de los acontecimientos del mundo, sino para ser sus protagonistas y, como tal, provocadores de los cambios oportunos.  

Pascal dijo: Toda la infelicidad del hombre radica en que es incapaz de sentirse bien en su habitación.

Nuestra aventura evolutiva no ha terminado, la humanidad evoluciona lentamente hacia un estado sublime de consciencia. He aquí el desconcierto de la personalidad y su tristeza ante el "no llegar". La pregunta sería: "Quién soy yo que anhelo algo, que no sabiendo qué es, sé que me haría feliz" (la oportuna frase de Teresa de Jesús, "quien soy yo que mi amistad procuras". Solo estamos de camino y el camino tiene sus normas. Es una aventura en el interior de la consciencia. Viajando buscamos eternamente algo que está en nuestro interior (no busquéis arriba ni abajo, el Reino de los Cielos (lo perfecto, la sabiduría, la paz, la claridad mental, la salud etc.) está dentro de vosotros mismos). 

LA RISA INFANTIL DEL INFINITO.  EL ETERNO DELEITE DEL JUGADOR DEL JUEGO. 

Y el Juego es el camino, el Proceso.  Místicos, poeta y ahora científicos lo saben y lo dicen. Aquí no cabe la culpa.

Creer en uno mismo, darse cuenta de las propias metas conseguidas, de las cumbres con esfuerzo alcanzadas hace que la consciencia cambie y por consiguiente cambie la percepción (esto requerirá una atención sostenida) y el mundo cambiará irremediablemente.  No hay límites.

LA CONSCIENCIA DETRÁS DEL UNIVERSO NOS ESTÁ SOÑANDO A TODOS

Inevitable mencionar las religiones o las distintas terapias que alivian  momentáneamente esta culpa o pecado (pérdida de camino). El humano perdido, carente de propósito y poder,  necesita en algún momento recurrir a una "autoridad" para aliviar su pena, su duda, su falta y sentir la comprensión o el perdón. 

¿Cómo cambiar esto? CAMBIANDO LO QUE SE SIENTE RESPECTO A ELLO. 

La observación serena, sin identificación ni juicio, es el mayor y más eficaz instrumento de transformación, naturalmente con una actitud sincera, sin engaños personales. 

IDENTIFICARSE CON LO OBSERVADO DESTRUYE LA POSIBILIDAD DE CAMBIARLO.

2 comentarios:

  1. Muy conveniente. Para integrarlo y vivirlo. Gracias.

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  2. Estupenda Reflexión!!!
    Porque la Culpa daña la mente consciente. El cambio viene desde el perdón, desde la misma palabra pero tomada en forma de observación y "responsabilidad". Si cambiamos esto, que es muy sencillo, se alivia ese recuerdo ancestral y el Camino se allana.
    Gracias Concepción!!! Un Abrazo.

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