domingo, 9 de febrero de 2014

LA RELAJACIÓN I

      

                                                                                                                                                       


La práctica de la relajación cambia con el progreso evolutivo de la persona que la practica. 

Para alguien que comienza la búsqueda interior, relajarse es entrar en  silencio, abandonar momentáneamente lo que se cree ser para encontrar en ese silencio lo que de verdad se está siendo. 

En un principio solo es posible una relajación total en el silencio de todos los cuerpos que componen a la persona, el  mental, el emocional y el físico. 

Solo llegando al fondo de ese silencio se encuentra  la posibilidad de deshacer las contracturas y tensiones grabadas en las células que perpetúan el estado de excitación nerviosa y pre-ocupación constante, solo allí, dichas células tienen la ocasión de liberarse, pues los repetidos encuentros con el conflicto mostrarán las razones de su formación. Si no es así el problema volverá una y otra vez. LLegados aquí es interesante señalar que las necesidades primarias y  están ya formadas  a los dos años de edad.

La imposibilidad de relajarse está causada por las barreras que se ponen y que son tensiones que mantienen a la persona en una ALERTA. Esas tensiones-barreras son pensamientos, creencias, experiencias y sobre todo emociones que acorralan al ser en sus "limites" y condicionan a una determinada forma de vivir; de ahí surgirán las contracturas o materializaciones de los llamados problemas en los que se aprisiona la libertad y se sufre la carencia de energía necesaria para la vida.

Ante cualquier tipo de dolor, el trabajo consistirá en llevar la relajación a ese lugar donde está el problema. Así "eso" que se formó... tiene la oportunidad de relajarse, de liberarse (con la Luz).

Quizás por la misma densidad  de la que estamos compuestos, el ser humano necesita aclararse con tantas teorías, y filosofías, cuando en el fondo es tan sencillo seguir el dictamen de buscar "El Reino en el Interior".

A la célula solo se le puede "hablar" con un sonido repetitivo y podrá aprender siempre que no "hable el pensamiento".

Porque en un momento determinado, aun siendo  importante lo anterior, cuando la persona ha alcanzado un cierto grado de evolución, empieza a darse cuenta de que la mente todo lo mentaliza, por tanto una relajación hecha desde aquí nunca será completa.

Y se descubre que la verdadera relajación sólo se producirá en la ENTREGA TOTAL AL VACÍO, A LO DIVINO y a ninguna otra cosa. 

No es fácil la renuncia, no es fácil la entrega, toda la creación humana se resiste a ella, se hará necesaria la constancia y el esfuerzo una vez vista esta verdad. Deberá hacerse por etapas lentamente, la mente tiene sus códigos y no los cambia fácilmente, tampoco el vital. Aquí habrá que prestar atención para no confundir entrega con inercia. En todo caso la aspiración y la serenidad serán buenas compañeras para favorecer el descenso de lo Divino en tanto no se produce la entrega total. Más tarde algo grande aguarda al ser.

Lo Divino se entrega a quienes se entregan a sí mismos sin reservas y en todas sus partes. Para ellos están reservados la calma, la luz, el poder, la bienaventuranza, la libertad, la amplitud, las alturas del conocimiento, los mares de bendiciones...






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