LA ASUNCIÓN
(de la Virgen Maria, de la Tierra)
Son innumerables los pueblos que a lo largo del planeta celebran hoy su día más grande, el de - en muchas ocasiones -su milagrosa patrona y por ello su dueña y señora.
Y cómo no representar la muerte que "no es", la celebración de lo que en su tiempo se llamó la dormición de María y su asunción a los Cielos en cuerpo y alma.
Como incompleta muestra: la Almudena en Madrid, la "Amatxu" de Begoña en Bilbao, la hermosa ceremonia en honor a la Virgen de las Nieves en Canarias y las de Extremadura, Cataluña, Andalucía y especialmente las del Levante con el Misterio de Elche o la Virgen de los Desamparados. También los ilicitanos homenajean a su patrona con una procesión de velas en la noche. Cada uno de estos actos atesora una historia entrañable. En muchos de estos lugares celebran una novena desde el día 6, la Transfiguración hasta el 15, la Asunción.
Una mención especial a las celebraciones en las Américas: en México, Nicaragua, Brasil etc. Especialmente en Paraguay cuya capital, fundada este día de 1537, lleva su nombre, Asunción.
Casi en su totalidad, las Romerías están presentes, -el movimiento es esencial para que la acción quede sellada- trasladando a las pequeñas imágenes desde su ermita,- se calculan en más de 20.000 a lo largo del territorio, colocadas en lugares simbólicos- hasta el lugar elegido en cada caso.
Vestido todo con flores, luces, fiesta y alegría como señal de agradecimiento al tiempo presente. Pocos acontecimientos levantan tanto fervor como estas pequeñas imágenes dedicadas a "la madre" entregada y así ensalzada.
No olvidemos además que estamos en la mitad de un mes luminoso y caluroso que eleva el ánimo de las personas; pero también se acerca el final del verano. Se aproxima la recogida de las cosechas.
Curiosamente desde mediados de Agosto y Septiembre son meses dedicados a la Virgen Madre. La Tierra, lo Inng, lo femenino, ha dado sus frutos madurados al calor del Sol, lo Yang, lo masculino. Es el momento de la entrega, de la cesión, de la cosecha, una forma de muerte tras el trabajo bien hecho.
Pero para entender el porqué ahora, tal vez tengamos que remontarnos a épocas precristianas cuando se festejaba en este tiempo a la Gran Madre siria Atargatis, patrona de la fertilidad y de las cosechas del campo. En Grecia Hécate, la Diosa-Luna, cuya súplica se centraba en la bendición de una cosecha sana y madura y el alejamiento de las tormentas al acercarse el tiempo de los frutos. En el mundo romano Diana o Artemisa como la valerosa diosa de la naturaleza y la caza que también coincidía con las fiestas de la recolección.
La iglesia romana en sus primeros tiempos aceptó estas ceremonias y poco a poco a lo largo de los siglos fué convirtiendo estas festividades en símbolos cristianos, en este caso en honor a la Virgen María y su Asunción a los Cielos, tras haber concebido y materializado el fruto de una gran Conciencia. El Hijo.
(Datos extraídos del libro Fiestas Sagradas de Jesús Callejo).