Es importante tener claro el concepto de lo que significan los tres rayos y la condición para una evolución espiritual equilibrada. Que los tres estén alineados desarrollando su potencial de Luz en la mente, de Amor en el corazón y de Energía en el vital (vientre), solo así se forma el Ser ÍNTEGRO porque cada uno por separado seguirá siendo incompleto.
El acceso al espíritu sin esta condición es muy limitado. Por ejemplo: Si una persona desde la atención, desde la observación, desde la no dualidad del VEDANTA despertara, sería válido; pero desde esa no dualidad que preconiza, el mundo de la manifestación con el yo personal incluido quedaría bastante desvitalizado, por tanto en la manifestación todo estaría por hacerse y no sería posible realizar el Cielo en la Tierra o manifestar la Divinidad.
La gran filosofía oriental considera que desde el estado nirvánico todo está ya hecho, como así es, pero el problema aparece cuando con el no reconocimiento de la existencia personal tampoco existe el mundo y así no puede realizarse el progreso. La idea es que SE EXISTE DEL TODO, PERO TODAVÍA COMO UNA MANIFESTACIÓN DEFICITARIA. Sin embargo cuando se llega al entronque y con ello a la visión de que el observador y lo observado son lo mismo, se llega a unión indisoluble de los dos en la presencia y no en el ego ni en la mente, porque, solo ver no basta, es necesario realizar y desde aquí se ve y se actúa. En la frente está el centro de la visión y de la voluntad.
Si, es bueno estar en la observación. Es bueno estar en el aquí-ahora del ZEN, pero tampoco aquí se termina de llegar a la plenitud del conocimiento. La nota final se conseguirá observando al QUIEN vive el aquí-ahora.
Todo dependerá del estado de conciencia de la persona, si ha despertado espiritualmente el aquí-ahora es en la eternidad, (cuidado con las partes parciales). Por supuesto que en el aquí-ahora se puede y se debe estar viviendo en la manifestación pero también en el SER que está en el infinito. Nuevamente la unión indisoluble. El "Mi reino no es de este mundo"
El aquí-ahora de la vida corriente es lo que toca vivir pero hay un aquí-ahora que es eternidad.
Si aquí-ahora es la eternidad NO ES LO MISMO que aquí-ahora es el tiempo.
A menudo en el CRISTIANISMO se olvida el amar a Dios sobre todas las cosas y se ignora qué significa esto. Y de amar al prójimo como a ti mismo. El acento en el a ti mismo es lo importante; amarse no es ser egoísta, es ver cuales son los propios ritmos, las necesidades, qué es bueno para el crecimiento del alma, para su desarrollo. Eso no tiene por qué estar sacrificado. Hay que darle mucho espacio al uno mismo porque el uno mismo es el alma. Ese otro amar al prójimo no deja de ser amor entre egos o conveniencias.
La entrega solo puede darse cuando se tiene uno a sí mismo, sino será un condicionamiento. Alguien que no conoce su alma no puede entregarse.
Amar no es una emoción, cuando se ama no se está afectado, no hay afecto, hay Amor. Amar es la voluntad de bien del otro. Se puede no tener nada en común con el resto del mundo y amarlo. No tiene por qué ser solo desde el corazón, pues integra todo, integra lo que se ve,(vedanta), integra que el ser se abre horizontalmente, entrega,(cristianismo) e integra que se actúa (zen).
Está claro, desde aquí, que los tres rayos deben ir juntos en toda su plenitud o el trabajo no será completo,
La entrega solo puede darse cuando se tiene uno a sí mismo, sino será un condicionamiento. Alguien que no conoce su alma no puede entregarse.
Amar no es una emoción, cuando se ama no se está afectado, no hay afecto, hay Amor. Amar es la voluntad de bien del otro. Se puede no tener nada en común con el resto del mundo y amarlo. No tiene por qué ser solo desde el corazón, pues integra todo, integra lo que se ve,(vedanta), integra que el ser se abre horizontalmente, entrega,(cristianismo) e integra que se actúa (zen).
Estas pueden ser las deficiencias que aparecen si solo se sigue un rayo. Sin embargo los tres unidos constituyen un aquí-ahora en la eternidad (zen) siendo del todo desde el corazón (cristianismo) con una visión completa (vedanta).